3 de julio de 2015

Tiempo. Algo.

¿Cómo decirte que soy viejo? ¿Cómo decirte que lo que se pudre a veces no es por tiempo? ¿Cómo decirte que ya nada me hace soñar? ¿Cómo decirte que no sé si camino por el sendero adecuado, ni siquiera si sé si camino? ¿Cómo decirte que a veces me pienso muerto, y sin embargo, todavía estar esperanzado? Cómo decirte todo esto cuando acabo de nacer, de respirar, de llorar. ¿Es acaso el tiempo delator de tu destino, de tu lugar, de tu esencia? Qué es el tiempo sino una línea en un mundo curvado, que no tiene cabida por su rigidez aparente, y que existe sólo porque tú lo has creado.

Dame tu mano por favor. No. No tienes mano. Te la cortaron pensando que la extremidad era el cordón umbilical. Qué gracia si uno pudiese respirar por la palma de su mano. Qué difícil sería aplaudir, qué desagradable cortar la cebolla, y qué lindo sería acariciar. 

Pero ya no tengo mano. Siempre puedes suplantarla por una linterna. La mano-linterna. Uno así podría al menos cerciorarse de que vive bajo los parámetros del tiempo, bajo los parámetros de algo. Algo es a veces, de manera incierta, lo que nos da la vida. Es rígido, joder. ¿Pero qué sino es capaz de alimentar tus sueños? No. No alimenta. Está podrido. Pero es algo. Algo. Algo. Algo. Algo. Algo. Yo quiero ser tiempo. Algo.

31 de marzo de 2012

Vicisitudes

La noche es consecuencia de una mirada perturbadora, una mirada inerme, fija y seductora, que en su curso las estrellas afirman su brillo más intenso y la luna redondea su árido cuerpo perecedero. Y es esa mirada, llena de intenciones, que te habla sin boca y la entiendes sin palabra, y la miras, y lo sabes.

La debilidad es patente, pero la absorción propia nubla siempre esa noche, y el brillo difumina lo esperado, y cuan ciego queda uno ante la pérdida de esperanza. Es cuando se encierran las vicisitudes en el ataúd de la cobardía y el vaivén marino atrae la lluvia más sumisa y espesa, cuando la tormenta arranca las uñas de tus dedos o las pupilas de esos ojos son agasajadas por el consecuente rayo incesante, pupilas que el mismo mar las lleva a una Atlántida, nunca olvidada, pero perdida.

Soplo y soplo para que mi ceguera se diluya, soplo y soplo para volver a ver tu mirada, soplo porque me cuesta y me mareo, y me mareo para seguir y sentir el vaivén del mar por el que te fuiste y seguirte hasta perderme en una Atlántida perdida, y volver a poder renacer las vicisitudes, pero entonces… tú ya te has ido. Tú ya te has ido…

La incomprensión de un conocido que sigue vagando cuan gota solitaria, siempre incomprendido, a contracorriente, siguiendo su camino, solitario, y pensando, y diciendo sus planes de un ataúd visceral, sus posibles huidas, camuflado, caminando, ignorando, sólo, porque ya no escucho las gotas, no ya como antes.

Adrian
31/03/2012

14 de febrero de 2012

Sobre cultura.

Sepa Vuesa Merced que no son sólo cantares
ni bailes tronchantes; no aborrezcan a los pájaros
libres del trance andante. A todos esos lázaros
no quitéis sus amores, ni los privéis de artes,

no los desgajéis sin imágenes, tras esfuerzos
de titanes, cruel venganza de viejos tiranos.
No quiera Vuesa Merced la fama de afilados
pues sepa que esas memorias son para el recuerdo.

Cuánto durará su esperpento y sus artimañas,
cuánto torturará su notable caridad,
cuántas horas y días he de  Merced llamarla.

Su control y censura es renunciar y abdicar,
su poder y decisión es desmesurada.
No pretendáis, Vuesa Merced, textos maquillar.

Adrian
05/02/2012

3 de octubre de 2011

Como un desconocido

Hoy he mirado al sol, y sus ojos profundos denotaban una melancolía incierta. Sentía brotar sus lágrimas de fuego flameante y volar alrededor querubines ardientes en tiempos oscuros. Las estrellas se alejaban más y más hasta no divisar su horizonte eterno, y con ansias de seguir su destierro me enzarzo en una pared de arena polvorienta. No consigo avanzar y seguir el curso del río turrón, contaminado de mentiras pavorosas, cayendo aciago yo, hacia mugre maloliente. Dignifico así mi ser, reteniendo mis ansias de vivir por una sabiduría incierta. Y miro alrededor, con una sonrisa sincera pero con penetrante mirada inerte, y no sé qué decir, no lo sé, pues mi esencia deriva tanto de la tuya como un pez que muere de amor. Si, como un pez que muere de amor, así me siento yo, picando el cebo de un risueño creyente, preso de una “vida”. ¡Enjambre de venenos incesantes!
                No, no es desconcierto, pues si lo fuera desconocería mi lugar, no sabría de mi existencia ni de mí, ni de mí… y viviría apaciguado, sin inquietudes como la luna, tan fría, de noche. Sólo los que mueren saben de sí, y yo bien dispuesto a morir, conozco mis pasos. Andanzas venideras clavarán una estaca en mi pecho y dejarán brotar el agua lentamente hasta abandonar árido, marchito, evaporado mi cuerpo ya hundido, ya sin lágrimas, y mis ojos deplorando unas gotas de algo, los últimos resquicios de sangre roja en mis venas.
                Es un miedo, una desesperanza trasmitida por seis sentidos míos. La paz solidifica mi tronco para un día dejar paso al nacer de mis ramas, y para poder así luchar contra el viento y hacer frente al huracán más indispuesto; y luchar por la luz que tú me quitaste, expandiendo la arena hacia el suelo humidificado, y dejar libre el firmamento del temor acaecido.
                Como un desconocido vago sin ser observado en mi pensamiento, paseando por mis sentimientos, ignorándote hasta el momento, pero odiándote hasta el fin de mis recuerdos.

                Llámelo usted Ämbar. 



19 de agosto de 2011

Sacrificio


"They did not bear the shame; they resisted sacrificing their lives for freedom, justice and honor.”
“Ellos no aguantaron su vergüenza, resistieron sacrificando sus vidas por libertad, justicia y honor.”

         Han pasado muchas luces y muchas sombras desde que no limpio mi espíritu. Han pasado largos días desde que no soy capaz de evitar el trance de mi existencia. Son los principios básicos de la noción los que me impiden estar sereno. Lleno de polvo estoy, bajo una capa de diminutas fracciones de suciedad, siendo yo mismo el propio antagonista de mi vida. Es tan alentadora la incapacidad de decisión, ser consciente del camino y aun así no poder avanzar. 
         Tanto pesan los años que se me hace imposible romper los lazos pasados, presentes, y desgraciadamente,  pues lo digo con todo ápice de desesperanza, aquellos que están por llegar. Imaginar el futuro próximo es una desgracia humana que nos hace ser como somos, inteligentes, predecibles y prósperos, pero tan ciegos que la incapacidad que corroe nuestro interior alimenta el sufrimiento que a niveles avanzados es tan mortal como el veneno más intenso. Y ahora sé que volveré a dormir a sabiendas de lo que soy y de lo que no soy, con la esperanza de poder extender algún día la mano y demostrar la valentía madura que ellos alcanzaron. Ser solvente con los principios básicos que debemos todos solidificar y hacer frente, con valor, a la eterna tormenta. Extender el calor, nuestro, en las ventiscas más frías y perecederas, acercar el agua a aquellas gotas solitarias, dar vida. ¿Cuándo será mi hora? ¿Llegará? Tal vez nunca deje de vagar y siga siendo un incompetente cada vez más extremo, avergonzándome a grandes pasos, brete a brete… 

25 de julio de 2011

Lejos, juntos…

               Tan rápido como un rayo cae del cielo partimos hacia lo que en un futuro serán nuestras aventuras, la cuerda que sujeta nuestro amor como sujeta el puente ante un acantilado, el lazo que embellece nuestras vidas. Vi aquellos parajes, aquel frío verde tras las fachadas rascadas. Cruzamos el río entre piedras vivas y corrientes heladas y alcanzamos la cima, juntos. La adrenalina pura del arriesgar, del miedo que sube por la garganta con sólo observar tu cuerpo deslizar por donde puntas hacen perder el equilibrio. Me doy cuenta de que largo tiempo ha pasado desde mi inocencia o del nacimiento y el crecimiento de mi desgraciada conciencia, del cálculo inusitado de antes, de la absurda apreciación de la vida, de la limitación que antes no observábamos. Aprecio tu valentía, o tu falta de de cognición que conservas y que desgraciadamente todos obtenemos en nuestro incierto sendero.
                Entre sábanas, tus piernas abrazan suavemente mi piel, tu índice regenera mi corteza a su paso y tus labios cálidos y húmedos me enzarzan en una batalla entre barcos. La perla negra, aquella que nuestro querido capitán Jack Sparrow aprecia, aquel barco que se sumerge en aguas caribeñas y ancla en costas de arena morena. Nuestra mayor batalla fue entre hierbas y bajo un lejano sol que poco arropaba. Los dos acabamos hundidos y mojados en aguas frías y poco profundas y congelados buscamos un refugio bajo la leña apagada de tu hogar.
                La apreciada vida salvaje es incompatible con la vida humana, pero aquel amago rejuvenece como una nueva experiencia el alma. La pena y el silencio de partir es dura, partir de aquella belleza, de aquella perfección hecho lugar, del encantamiento de sus bosques y del enamoramiento de su noche estrellada, partir de la atracción de su simpleza y su pureza, de la soledad y el calor recibido, de la independencia compartida. Me recuerda a aquella sonrisa que cazó mi amor… PINPILINPAUXA! 

                      P.D.: SOS, “…all end!” =D.
                

EL Rey

Es el blues. Puro blues. Las notas que van y vienen y se pasean por los oídos como vagando y enamorando. Poco a poco, las caderas, por inercia se menean a un ritmo lento e incansable y la sonrisa duradera es avivada por el placer de la progresión del dulce paseo de sonidos. Vienen y se van, y la cabeza a la izquierda, la voz atractiva, sexy, rasgada, suave y potente, trompetas  y a la derecha. El último “bending” eleva el placer de vivir el momento. Todo desaparece, es la música y tú. Es la paz y el amor, es el juego del tú y del yo, y del nosotros.  Una mirada allá y una sonrisa allá. Un grito y unos “oh!”. Déjate llevar, levanta el brazo y menéate. BB King.