3 de octubre de 2011

Como un desconocido

Hoy he mirado al sol, y sus ojos profundos denotaban una melancolía incierta. Sentía brotar sus lágrimas de fuego flameante y volar alrededor querubines ardientes en tiempos oscuros. Las estrellas se alejaban más y más hasta no divisar su horizonte eterno, y con ansias de seguir su destierro me enzarzo en una pared de arena polvorienta. No consigo avanzar y seguir el curso del río turrón, contaminado de mentiras pavorosas, cayendo aciago yo, hacia mugre maloliente. Dignifico así mi ser, reteniendo mis ansias de vivir por una sabiduría incierta. Y miro alrededor, con una sonrisa sincera pero con penetrante mirada inerte, y no sé qué decir, no lo sé, pues mi esencia deriva tanto de la tuya como un pez que muere de amor. Si, como un pez que muere de amor, así me siento yo, picando el cebo de un risueño creyente, preso de una “vida”. ¡Enjambre de venenos incesantes!
                No, no es desconcierto, pues si lo fuera desconocería mi lugar, no sabría de mi existencia ni de mí, ni de mí… y viviría apaciguado, sin inquietudes como la luna, tan fría, de noche. Sólo los que mueren saben de sí, y yo bien dispuesto a morir, conozco mis pasos. Andanzas venideras clavarán una estaca en mi pecho y dejarán brotar el agua lentamente hasta abandonar árido, marchito, evaporado mi cuerpo ya hundido, ya sin lágrimas, y mis ojos deplorando unas gotas de algo, los últimos resquicios de sangre roja en mis venas.
                Es un miedo, una desesperanza trasmitida por seis sentidos míos. La paz solidifica mi tronco para un día dejar paso al nacer de mis ramas, y para poder así luchar contra el viento y hacer frente al huracán más indispuesto; y luchar por la luz que tú me quitaste, expandiendo la arena hacia el suelo humidificado, y dejar libre el firmamento del temor acaecido.
                Como un desconocido vago sin ser observado en mi pensamiento, paseando por mis sentimientos, ignorándote hasta el momento, pero odiándote hasta el fin de mis recuerdos.

                Llámelo usted Ämbar. 



19 de agosto de 2011

Sacrificio


"They did not bear the shame; they resisted sacrificing their lives for freedom, justice and honor.”
“Ellos no aguantaron su vergüenza, resistieron sacrificando sus vidas por libertad, justicia y honor.”

         Han pasado muchas luces y muchas sombras desde que no limpio mi espíritu. Han pasado largos días desde que no soy capaz de evitar el trance de mi existencia. Son los principios básicos de la noción los que me impiden estar sereno. Lleno de polvo estoy, bajo una capa de diminutas fracciones de suciedad, siendo yo mismo el propio antagonista de mi vida. Es tan alentadora la incapacidad de decisión, ser consciente del camino y aun así no poder avanzar. 
         Tanto pesan los años que se me hace imposible romper los lazos pasados, presentes, y desgraciadamente,  pues lo digo con todo ápice de desesperanza, aquellos que están por llegar. Imaginar el futuro próximo es una desgracia humana que nos hace ser como somos, inteligentes, predecibles y prósperos, pero tan ciegos que la incapacidad que corroe nuestro interior alimenta el sufrimiento que a niveles avanzados es tan mortal como el veneno más intenso. Y ahora sé que volveré a dormir a sabiendas de lo que soy y de lo que no soy, con la esperanza de poder extender algún día la mano y demostrar la valentía madura que ellos alcanzaron. Ser solvente con los principios básicos que debemos todos solidificar y hacer frente, con valor, a la eterna tormenta. Extender el calor, nuestro, en las ventiscas más frías y perecederas, acercar el agua a aquellas gotas solitarias, dar vida. ¿Cuándo será mi hora? ¿Llegará? Tal vez nunca deje de vagar y siga siendo un incompetente cada vez más extremo, avergonzándome a grandes pasos, brete a brete… 

25 de julio de 2011

Lejos, juntos…

               Tan rápido como un rayo cae del cielo partimos hacia lo que en un futuro serán nuestras aventuras, la cuerda que sujeta nuestro amor como sujeta el puente ante un acantilado, el lazo que embellece nuestras vidas. Vi aquellos parajes, aquel frío verde tras las fachadas rascadas. Cruzamos el río entre piedras vivas y corrientes heladas y alcanzamos la cima, juntos. La adrenalina pura del arriesgar, del miedo que sube por la garganta con sólo observar tu cuerpo deslizar por donde puntas hacen perder el equilibrio. Me doy cuenta de que largo tiempo ha pasado desde mi inocencia o del nacimiento y el crecimiento de mi desgraciada conciencia, del cálculo inusitado de antes, de la absurda apreciación de la vida, de la limitación que antes no observábamos. Aprecio tu valentía, o tu falta de de cognición que conservas y que desgraciadamente todos obtenemos en nuestro incierto sendero.
                Entre sábanas, tus piernas abrazan suavemente mi piel, tu índice regenera mi corteza a su paso y tus labios cálidos y húmedos me enzarzan en una batalla entre barcos. La perla negra, aquella que nuestro querido capitán Jack Sparrow aprecia, aquel barco que se sumerge en aguas caribeñas y ancla en costas de arena morena. Nuestra mayor batalla fue entre hierbas y bajo un lejano sol que poco arropaba. Los dos acabamos hundidos y mojados en aguas frías y poco profundas y congelados buscamos un refugio bajo la leña apagada de tu hogar.
                La apreciada vida salvaje es incompatible con la vida humana, pero aquel amago rejuvenece como una nueva experiencia el alma. La pena y el silencio de partir es dura, partir de aquella belleza, de aquella perfección hecho lugar, del encantamiento de sus bosques y del enamoramiento de su noche estrellada, partir de la atracción de su simpleza y su pureza, de la soledad y el calor recibido, de la independencia compartida. Me recuerda a aquella sonrisa que cazó mi amor… PINPILINPAUXA! 

                      P.D.: SOS, “…all end!” =D.
                

EL Rey

Es el blues. Puro blues. Las notas que van y vienen y se pasean por los oídos como vagando y enamorando. Poco a poco, las caderas, por inercia se menean a un ritmo lento e incansable y la sonrisa duradera es avivada por el placer de la progresión del dulce paseo de sonidos. Vienen y se van, y la cabeza a la izquierda, la voz atractiva, sexy, rasgada, suave y potente, trompetas  y a la derecha. El último “bending” eleva el placer de vivir el momento. Todo desaparece, es la música y tú. Es la paz y el amor, es el juego del tú y del yo, y del nosotros.  Una mirada allá y una sonrisa allá. Un grito y unos “oh!”. Déjate llevar, levanta el brazo y menéate. BB King. 



20 de julio de 2011

Nuevo Mundo



Avanzamos todos lentamente como tortugas marinas, recorriendo largas distancias, haciendo frente a todo tipo de trabas y obstáculos en un viaje sin fin. Navegamos tanto en aguas frías como calientes, con llamas flameantes fundiendo piedras y bellas perlas, o con rocas muertas lastradas por corrientes hasta fondos desolados. Contenemos la respiración en busca de la comida que alimente nuestro camino con temor a ahogarnos, siguiendo la luz, no lejos de la superficie con la que salimos a respirar esperanza. Somos tortugas sí, pero nuestra sombra deslumbra como hormigas, en conjunto caminando y labrando el campo sobre el que nos postramos, colonizando tierras perdidas y pacíficas o aumentando otras de espacio reducido. Trabajando y luchando por crecer sin más. Y yo que ahora me aventuro a salir de la isla hacia un nuevo mundo, respirando esperanza, lentamente, a contracorriente. 
Quién sabe si algún día volveré a poner huevos donde de ahora parto…



19 de julio de 2011

Gotas solitarias


Es curioso cómo corren las gotas por la ventana del autobús juntándose y separándose unas con otras, deslizándose tan suavemente, tan lentamente, inertes a la velocidad, adheridas al cristal. El agua y la oscuridad del día impiden que pueda observar claras instantáneas del exterior; aun así, saco la cámara con la intención de fotografiar algo. Tal vez logre captar un extraño efecto del agua, o quién sabe, tal vez capte una imagen abstracta que queriendo nunca surgiría. Siempre me ha encantado la espontaneidad, tan natural, tan simple, sin tapujos… tan natural. Aprieto el botón y un par de instantáneas aparecen en la pantalla digital. Nada. Pienso, y decido simplemente sacar fotos, lo espontáneo, ya sin intención de lograr algo, simplemente captar el momento, ver las cosas, la situación tal y como es, sin interpretaciones, sin emociones. Saco varias instantáneas, y repito otra vez varias fotos abriendo más el diafragma para captar mejor la luz. Tras varios minutos de distracción con la cámara, la guardo e intento divisar costosamente dónde nos encontramos. Dos paradas más y me bajo. Me fastidia tener que comprar un nuevo paraguas, siempre los pierdo o se me rompen, yo tan despistado. Intento divisar otra vez por la ventana pero mi vista esta vez se centra en una gota que cae verticalmente perpendicular a las demás, a contracorriente, rebelándose al resto, como si quisiera desatarse de una injusticia, de las leyes naturales a las que está expuesta, desafiando propiamente no sólo al rebaño, sino a la mismísima naturaleza. Saco inmediatamente la cámara y la calibro, enfoco bien el objetivo y congelo el momento para la eternidad. Aquella gota que deja atrás su trayectoria para echarse a un mundo desconocido, infringiendo las leyes a las que está expuesta, desafiando al mundo entero, como si hubiese sido reprimida y quisiera gritar por su libertad. Se aventura por un camino desconocido, quien sabe si con miedo, pero sin remedio. El mismo camino que otros ya escogimos.