25 de julio de 2011

Lejos, juntos…

               Tan rápido como un rayo cae del cielo partimos hacia lo que en un futuro serán nuestras aventuras, la cuerda que sujeta nuestro amor como sujeta el puente ante un acantilado, el lazo que embellece nuestras vidas. Vi aquellos parajes, aquel frío verde tras las fachadas rascadas. Cruzamos el río entre piedras vivas y corrientes heladas y alcanzamos la cima, juntos. La adrenalina pura del arriesgar, del miedo que sube por la garganta con sólo observar tu cuerpo deslizar por donde puntas hacen perder el equilibrio. Me doy cuenta de que largo tiempo ha pasado desde mi inocencia o del nacimiento y el crecimiento de mi desgraciada conciencia, del cálculo inusitado de antes, de la absurda apreciación de la vida, de la limitación que antes no observábamos. Aprecio tu valentía, o tu falta de de cognición que conservas y que desgraciadamente todos obtenemos en nuestro incierto sendero.
                Entre sábanas, tus piernas abrazan suavemente mi piel, tu índice regenera mi corteza a su paso y tus labios cálidos y húmedos me enzarzan en una batalla entre barcos. La perla negra, aquella que nuestro querido capitán Jack Sparrow aprecia, aquel barco que se sumerge en aguas caribeñas y ancla en costas de arena morena. Nuestra mayor batalla fue entre hierbas y bajo un lejano sol que poco arropaba. Los dos acabamos hundidos y mojados en aguas frías y poco profundas y congelados buscamos un refugio bajo la leña apagada de tu hogar.
                La apreciada vida salvaje es incompatible con la vida humana, pero aquel amago rejuvenece como una nueva experiencia el alma. La pena y el silencio de partir es dura, partir de aquella belleza, de aquella perfección hecho lugar, del encantamiento de sus bosques y del enamoramiento de su noche estrellada, partir de la atracción de su simpleza y su pureza, de la soledad y el calor recibido, de la independencia compartida. Me recuerda a aquella sonrisa que cazó mi amor… PINPILINPAUXA! 

                      P.D.: SOS, “…all end!” =D.
                

EL Rey

Es el blues. Puro blues. Las notas que van y vienen y se pasean por los oídos como vagando y enamorando. Poco a poco, las caderas, por inercia se menean a un ritmo lento e incansable y la sonrisa duradera es avivada por el placer de la progresión del dulce paseo de sonidos. Vienen y se van, y la cabeza a la izquierda, la voz atractiva, sexy, rasgada, suave y potente, trompetas  y a la derecha. El último “bending” eleva el placer de vivir el momento. Todo desaparece, es la música y tú. Es la paz y el amor, es el juego del tú y del yo, y del nosotros.  Una mirada allá y una sonrisa allá. Un grito y unos “oh!”. Déjate llevar, levanta el brazo y menéate. BB King. 



20 de julio de 2011

Nuevo Mundo



Avanzamos todos lentamente como tortugas marinas, recorriendo largas distancias, haciendo frente a todo tipo de trabas y obstáculos en un viaje sin fin. Navegamos tanto en aguas frías como calientes, con llamas flameantes fundiendo piedras y bellas perlas, o con rocas muertas lastradas por corrientes hasta fondos desolados. Contenemos la respiración en busca de la comida que alimente nuestro camino con temor a ahogarnos, siguiendo la luz, no lejos de la superficie con la que salimos a respirar esperanza. Somos tortugas sí, pero nuestra sombra deslumbra como hormigas, en conjunto caminando y labrando el campo sobre el que nos postramos, colonizando tierras perdidas y pacíficas o aumentando otras de espacio reducido. Trabajando y luchando por crecer sin más. Y yo que ahora me aventuro a salir de la isla hacia un nuevo mundo, respirando esperanza, lentamente, a contracorriente. 
Quién sabe si algún día volveré a poner huevos donde de ahora parto…



19 de julio de 2011

Gotas solitarias


Es curioso cómo corren las gotas por la ventana del autobús juntándose y separándose unas con otras, deslizándose tan suavemente, tan lentamente, inertes a la velocidad, adheridas al cristal. El agua y la oscuridad del día impiden que pueda observar claras instantáneas del exterior; aun así, saco la cámara con la intención de fotografiar algo. Tal vez logre captar un extraño efecto del agua, o quién sabe, tal vez capte una imagen abstracta que queriendo nunca surgiría. Siempre me ha encantado la espontaneidad, tan natural, tan simple, sin tapujos… tan natural. Aprieto el botón y un par de instantáneas aparecen en la pantalla digital. Nada. Pienso, y decido simplemente sacar fotos, lo espontáneo, ya sin intención de lograr algo, simplemente captar el momento, ver las cosas, la situación tal y como es, sin interpretaciones, sin emociones. Saco varias instantáneas, y repito otra vez varias fotos abriendo más el diafragma para captar mejor la luz. Tras varios minutos de distracción con la cámara, la guardo e intento divisar costosamente dónde nos encontramos. Dos paradas más y me bajo. Me fastidia tener que comprar un nuevo paraguas, siempre los pierdo o se me rompen, yo tan despistado. Intento divisar otra vez por la ventana pero mi vista esta vez se centra en una gota que cae verticalmente perpendicular a las demás, a contracorriente, rebelándose al resto, como si quisiera desatarse de una injusticia, de las leyes naturales a las que está expuesta, desafiando propiamente no sólo al rebaño, sino a la mismísima naturaleza. Saco inmediatamente la cámara y la calibro, enfoco bien el objetivo y congelo el momento para la eternidad. Aquella gota que deja atrás su trayectoria para echarse a un mundo desconocido, infringiendo las leyes a las que está expuesta, desafiando al mundo entero, como si hubiese sido reprimida y quisiera gritar por su libertad. Se aventura por un camino desconocido, quien sabe si con miedo, pero sin remedio. El mismo camino que otros ya escogimos.